Tres generaciones ligadas al ecosistema de la dehesa salmantina y al sistema tradicional de producción sostenible.
Campos de encinas centenarias, que hoy seguimos cuidando y renovando como se hacía desde siglos, conforman el mejor hábitat natural del cerdo Ibérico. La más cuidada selección de raza y una alimentación natural a base de bellotas y hierbas, son hoy el orgullo de nuestra marca.
Nuestra actividad chacinera ha estado siempre ligada a la explotación de la finca "Las Carboneras", típica dehesa salmantina de encinares centenarios.
En la década de 1950 el abuelo Teodoro inició la mantaza de cerdos al estilo tradicional. Elaboraba embutidos y salaba jamones de una forma totalmente artesanal en una pequeña "industria chacinera" situada en Fuentes de Oñoro, localidad salmantina fronteriza con Portugal.
En la carnicería del pueblo se vendía parte del despiece de los pocos cerdos que se sacrificaban, la mayoría para los clientes portugueses que cruzaban la frontera para abastecerse de carnes y otros productos. Corrían los tiempos de lo que en la zona de la raya se conoce como “contrabando”.
Como la demanda de algunas partes del cerdo era mucho mayor de lo que se podía matar, se desplazaba Felipe con su furgoneta a las localidades de Guijuelo, Frades de la Sierra y la Alberca para traer mas mercancía y venderla en la tienda.
Ya jubilado el abuelo, Felipe y su mujer Emilia, habían tomado las riendas de la empresas y como, afortunadamente, el negocio iba prosperando y dentro del casco urbano era difícil ampliar, se dió el gran salto y se sacó la industria del pueblo a la zona extrarradio a la finca de “Las Carboneras”, estratégicamente situada junto a la nacional 620.
Así en el año 1985 se inauguran unas modernas instalaciones dotadas de matadero, sala de despiece y fábrica de embutidos. Desde las cuales se comienza a producir en mayor escala.
